John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

domingo, 1 de febrero de 2015

COSAS QUE ECHAS DE MENOS SIN DARTE CUENTA

 
 
Cumples sin queja con tu rutina habitual. Das por bueno lo que haces y lo que ves cada día, lo que te rodea durante tus horas de vigilia (el sueño, los sueños, son capítulo aparte). Todo encaja, todo parece tener sentido. Hasta que de repente, por un azar cualquiera, algo cambia. Y sólo entonces te das cuenta de qué es lo que te falta. Lo que tanto echas de menos, sin ser consciente de ello. Ahora que lo piensas, ves ese gran agujero, que parece atraerte a su interior. Te preguntas cómo no te habías dado cuenta antes, cómo has podido vivir hasta ahora como si esa ausencia no fuese importante.
Seguramente estas iluminaciones -si se pueden llamar así-, estos ramalazos de consciencia, son distintos para cada persona. Tal vez ocurren cada tanto, tal vez son sólo incidentes aislados. Pero tengo la impresión de que cualquier ser humano pensante ha pasado alguna vez por esta situación.
He aquí tres cosas que echo de menos (aunque de vez en cuando haga como que no):
 
  • El silencio. Me refiero al silencio de verdad, no a la simple ausencia de ruidos. Ese silencio que se podría cortar con un cuchillo. Ese silencio en el que casi puedes oír tus pensamientos (porque no hay nada más que escuchar). Un silencio que no existe en la ciudad, ni casi en ningún lugar habitado. Cuando puedes despertarte en mitad de la noche y es como si hubiese sido absorbida por un agujero negro. No hay sonidos. De ningún tipo. No sabes que lo necesitas hasta que lo experimentas (¿cómo podrías?). Pero desde ese momento, sabes que no te será posible conformarte con menos.
  • Dormir bajo un árbol. Caer en el sueño es maravilloso, ese instante en que la conciencia se desvanece. Una cama mullida, unas sábanas limpias y tirantes cuando uno está agotado son una experiencia placentera. Pero hay algo mejor: sestear bajo un árbol. No sé qué hay en la presencia protectora de las ramas sobre tu cabeza, en esa sombra bienhechora, en el leve susurro de las hojas... Ningún sueño es más reparador, más seguro.
 

  • Leer un libro viejo. Inmersos en el (absurdo) debate de si libro electrónico o libro en papel, perdemos de vista que no todos los libros son lo mismo. Te acostumbras -por inercia, por rutina-  a considerarlos ante todo por su contenido: "He leído la nueva novela de tal, o he de consultar el ensayo de cual..." Sólo el día en que casualmente cae en tus manos un libro viejo eres capaz de percibir ese leve escalofrío: el papel algo amarillento, ablandado por  el uso, el suave olor que desprende (ahora sabemos que es químicamente parecido a la vainilla), la cubierta de tacto fino, de tanto ser manoseada. Algo que otros han leído antes que tú y de lo que han extraído significados seguramente distintos. Algo a la vez personal y colectivo. Algo que  importa por lo que dice, pero también por lo que es. El inmenso placer de leer un libro viejo.



Quizás es verdad que se puede vivir sin ellas. Pero, ¡qué felicidad cuando las recupero!

12 comentarios:

  1. Una bonita reflexión. Son, en efecto, cosas que se echan de menos y que, para algunos, es posible que no hayan existido nunca.

    En todo caso, el silencio absoluto, si existiera (cosa que pongo en duda) sólo podría existir en una ciudad o en algún lugar ideado por los hombres. La naturaleza tiene sus propios sonidos, tan presentes que quizá no puedan ser considerados ruidos.

    Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Silencio absoluto en una ciudad? Eso sí que lo pongo en duda. Quizás dentro de una cámara acorazada... Es verdad que la naturaleza produce sonidos, pero siempre hay algún instante en que no hay brisa, ni cantan las cigarras, ni nada. Alguien me sugería por tuit que ese era el silencio del desierto.

      Eliminar
    2. Yo he estado en el desierto y se oye. La arena deslizándose por las dunas y, como no hay obstáculos, todo llega.

      Para el silencio absoluto pensaba en alguna cámara de aislamiento, por supuesto. Pero, sin ser demasiado estricto, ¿qué tal a esa hora en que duermen todos, no hay coches en la calle; digamos a las 5 de la mañana? A esa hora se oye menos en una casa con buenas ventanas, que en un campamento en el bosque.

      Un saludo.

      Eliminar
  2. El silencio, oh, el silencio... cuánto lo deseo a veces.
    Precioso texto, Elena, agudo y certero. Gracias por hacerme pensar en ello.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mi también me entran de vez en cuando ardientes deseos de ese silencio absoluto. Deseos imposibles de cumplir, por supuesto, estando en medio de la ciudad.

      Eliminar
  3. Yo disfruto de bastante silencio, casi absoluto en mi casa de las montañas.

    Lo del árbol tengo que probarlo y lo de los libros viejos ya sabes que soy una fan de los libros fisicos y me encantan los viejos...eso sí que lo tengo a mano.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Prueba lo del árbol (asegúrate de no echarte encima de un hormiguero, eso sí), es la siesta perfecta. Ya me contarás...

      Eliminar
  4. Leer un libro viejo en silencio bajo un árbol. Descripción de la felicidad completa. !Qué razón tienes!
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es que una casi no se atreve a desear la conjunción de las tres cosas, ¡demasiada perfección!

      Eliminar
  5. Iba a decir que me faltaba por probar lo del árbol, pero entonces he recordado mis veranos infantiles comiendo en el pinar con mi familia y las siestas posteriores, sin que el sol te quemara porque la vegetación de protegía. Qué olor delicioso mezcla de pino y mar. Sí, acaba de ser uno de esos momentos :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro de haber servido para que rescatases ese recuerdo, Dorotea.

      Eliminar
  6. ¡Oh dios mio! No sabes cuánto echo de menos el silencio. Vivimos en una sociedad que nos cerca dentro de un marco lleno de ruidos constantes. Seré rara pero me gusta ese silencio que roza la incomodidad o incluso el miedo. Parece que después, cuando recupera algún que otro sonido tu sistema auditivo, tiene un tono especia.

    ResponderEliminar