John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

lunes, 2 de diciembre de 2013

EL LIBRO Y SUS ARTÍFICES (III): TAREAS EDITORIALES

Después de las entrevistas con otros dos eslabones esenciales del proceso de fabricación de un libro, el diseñador y la traductora, le llega hoy el turno a una parte de la edición seguramente aún menos conocida que las anteriores: lo que llamamos (a falta de un término mejor) "tareas editoriales", que engloba todos los aspectos de preparación del original, desde el punto en que ha recibido el visto bueno del autor y de su editor hasta que queda verdaderamente listo para ir a la imprenta. Aunque haya gente que piense que este es un eslabón innecesario -"le pasas el corrector del Word y ya está"-, el tratamiento del texto por profesionales es y seguirá siendo un paso ineludible si se quiere lograr una edición de calidad. Entrevistamos hoy a Francesc Ribes y Olga García, responsables de Conbuenaletra, una empresa de tareas editoriales, para que nos cuenten en qué consiste exactamente este trabajo.


Los dos integrantes del equipo de Conbuenaletra
Lleváis años trabajando para diversas editoriales y abarcáis un abanico muy amplio de tareas, desde la creación de contenidos o la traducción hasta la entrega del documento listo para imprenta (y creo que últimamente también habéis entrado en el mundo de la edición digital), pero en esta entrevista me gustaría centrarme en una parte de la labor editorial que suele ser muy poco conocida por los lectores, como es la preparación del original (lo que en el mundo anglosajón se llama copy-editing) y la maquetación.
¿Podríais explicarnos qué pasos implica esta labor y en qué consiste vuestro trabajo en cada uno de ellos?

Francesc: Depende del libro y del sistema de trabajo del cliente (la editorial). Lo que es común en casi todos los casos es la adaptación del original a las normas de estilo de cada sello (tipos de comillas, guiones, abreviaturas, etcétera). Ya en esta fase suele tratarse de un trabajo complejo, ya que poco tienen que ver los requisitos formales de una guía de alpinismo de la editorial Desnivel y una novela que publicará Espasa, por poner dos ejemplos diametralmente opuestos. Se corrigen también erratas, errores ortográficos, la puntuación... Esto en cuanto a la forma. A partir de ahí, y en paralelo, la edición del original supone revisar la sintaxis, resolver incoherencias, reparar fallos, comprobar datos, unificar nombres, topónimos, etc.; en definitiva, sugerir cambios que mejorarían el texto, en nuestra opinión, claro.
Olga: En algunos casos, se arregla directamente el original, en otros —la mayoría— se señala lo que, según nuestro criterio, debe cambiarse, corregirse, aclararse o mejorarse, y son la editorial y el autor los que toman la decisión final. Si, por el motivo que sea, el autor no está disponible, el editor que te encarga el trabajo es quien finalmente decide sobre los cambios que propones.
Francesc: Por otra parte, no es lo mismo trabajar con originales que te ha entregado una editorial que hacerlo, por ejemplo, con un autor que quiere autopublicarse. En el primer caso tratas con profesionales que hablan tu mismo idioma, mientras que en el segundo tienes que añadir una faceta, digamos, didáctica a tu trabajo: en ocasiones debes explicar al autor la razón de los cambios que propones; a cambio, tu capacidad de actuar sobre el original suele ser más amplia (y divertida, y libre, para qué mentir).

Uno de sus últimos trabajos

No existen, que yo sepa, estudios reglados que faculten para desempeñar estos trabajos. ¿Cómo se hace para introducirse en este mundo?

Francesc: En los cursos de posgrado o másteres de edición que conocemos es un tipo de trabajo que se menciona o al que se le dedica una pequeña parte del temario, pero en el que no se profundiza, probablemente porque posee tantas peculiaridades como editoriales existen y es un conocimiento que solo se aprehende con la experiencia.
Olga: Huelga decir que los entresijos de la lengua de publicación se estudian en la facultad; la gramática, la sintaxis y, en general, todas las reglas y normas que definen el lenguaje no se aprenden en unos meses, obviamente. Y además hay que leer mucho, estudiar, sentir curiosidad por la lengua, consultar el diccionario y los manuales que sean necesarios ante cualquier duda que surja, estar al día de las herramientas que tienes a tu disposición... Yo siento pasión por la lengua, no me cabe ninguna duda de que esta es mi vocación. Llamadme rarita, pero yo disfruto leyendo sobre gramática o consultando el diccionario.

¿Qué cualidades os parece que debe tener alguien que quiera dedicarse a esta profesión?

Olga: Lógicamente, un conocimiento experto de la lengua, una buena cultura general y mucho sentido común. Tampoco te hará daño ser una persona curiosa y hasta concienzuda. Para rizar el rizo, y dejando de lado la ficción, saber de la materia que trata el libro ayuda muchísimo y se va a notar en el resultado final. Ah, y sentido común. ¿Ya lo había dicho? Pues más sentido común.
Francesc: Poseer un cierto conocimiento más o menos experto de la materia que trate el libro ayuda, y mucho. Por ejemplo, nosotros hemos escrito guías sobre turismo, sobre gastronomía y sobre temas afines, como el turismo del vino. Eso siempre ayuda a la hora de editar una guía o un libro de cocina, por ejemplo. Permite detectar los errores y lograr un texto mejor editado. Esto es importante sobre todo en libros de no ficción, y el lector sabrá apreciarlo: las consecuencias de escribir «sonreír» sin tilde no son las mismas que utilizar 300 gramos de harina cuando deberían haber sido 100.

Os ocupáis también de muchos libros ilustrados. ¿Qué retos específicos plantean los libros con imágenes?

Olga: No creo que el trabajo sea distinto. Quizá en los libros ilustrados tienes que estar más atento a la coherencia entre texto y foto, y tal vez debes observar las páginas con más atención, o, mejor dicho, como un todo. Suelen ser libros con poco texto, pero no por ello requieren menos atención. Es decir, a veces dedicas el mismo tiempo que podrías haber invertido en una novela, pero solo cobras una tercera parte. Para quien no lo sepa, los correctores de pruebas o de estilo cobramos por matrices (también llamados «caracteres»): una matriz es el espacio que ocupa o podría ocupar una letra o un signo dentro de un texto.

Conbuenaletra es una empresa con dos cabezas. ¿Cómo soléis repartiros el trabajo?

Francesc: Olga es filóloga y yo, periodista. Eso ya significa algo: que ella está más atenta y preparada para revisar la forma de los textos, mientras que yo me dedico más a verificar, completar o crear contenidos. Además ella es una persona muy creativa, con muchos intereses en ámbitos muy diversos, lo que siempre es positivo en la corrección y edición de libros. No obstante, no somos compartimentos estancos, muchas veces intercambiamos los papeles.
Olga: Francesc posee una excelente visión de conjunto del sector del libro. Es la persona que yo conozco que más informada está de lo que ocurre en este mundillo y de hacia dónde apunta el futuro del libro. Yo creo que nos complementamos muy bien y nos conocemos aún mejor, y que la esencia de Conbuenaletra se basa en el equilibrio que hemos conseguido, a pesar de que nuestras preferencias como lectores sean tan distintas, o precisamente por ello, quién sabe.



La crisis económica y el cambio tecnológico (combinación que algunos han denominado “la tormenta perfecta”) han hecho estragos en el mundo editorial. Imagino que vosotros, como todos los involucrados en este negocio, lo habréis notado. ¿Cómo veis en estos momentos el futuro de vuestra profesión?

Francesc: Habría que añadir que este es un negocio tradicionalista y poco amigo de los cambios, al menos en España, lo cual empeora las cosas. Si miramos nuestra facturación, el futuro es más bien negro o negrísimo, porque las editoriales, además de pagar poco (como han hecho siempre) ahora lo hacen cada vez más tarde.
Por otra parte, el cambio tecnológico ha derribado las barreras entre el autor y el lector. Las editoriales han perdido el monopolio de lo que se publica y lo que no y eso, al menos en teoría, aumenta el número de nuestros clientes potenciales: desde autores que quieren autopublicarse hasta entidades ajenas al mundo del libro, que disponen de contenidos que merecen publicarse, pasando por los actores de la cadena del libro que poseen el criterio necesario para saber qué vale la pena publicar, como, por ejemplo, los agentes literarios o nosotros mismos. En ese sentido, el llamado «cambio de paradigma» nos abre otros escenarios profesionales y en algunos de ellos ya estamos actuando. Nuestros clientes ya no son solo editoriales. Trabajamos con autores, ya sea editando sus obras para que se autopubliquen, ya sea promoviéndolas entre las editoriales que conocemos; asimismo, hemos editado o creado contenidos para bodegas que deseaban renovar su imagen o disponer de información de calidad sobre sus productos o sobre sus atractivos turísticos. En este sentido, cabe recordar que no solo editamos o corregimos libros, también desarrollamos proyectos editoriales que incluyen diseño, maquetación, fotografía o ilustración, pues contamos con excelentes colaboradores. Quien visite nuestra web (www.conbuenaletra.com) verá que nuestro perfil es bastante multidisciplinar, y eso es así porque nos gusta (tenemos intereses variados) y por puro instinto de supervivencia.

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