La venerable pero siempre joven editorial del pingüino, Penguin Books, deleitó hace unos meses a sus lectores con el lanzamiento de un nuevo diseño de cubiertas -elegantes, delicadas sugerentes- para su imprescindible serie de clásicos ingleses, la Penguin English Library. Una vez más, Penguin demuestra que sabe reinventarse constantemente y que el libro como objeto sigue siendo atractivo, sigue teniendo la capacidad de atraer a los lectores. Todos los títulos que componen esta serie son clásicos que se pueden encontrar en otras ediciones por muy poco dinero (o incluso gratis). Sin embargo, ¿a que apetece mucho más tener entre las manos una de estas cubiertas que descargarse un archivo de internet? No deja de ser curioso que una colección que nació como un producto económico, para hacer la competencia a los libros en tapa dura que entonces dominaban el mercado, se convierta ahora en la alternativa "cara" -pero ¡oh, cuánto más hermosa!- a esas otras ediciones. Aún cuando he leído muchos de estos libros y un número no despreciable de ellos figura en mi biblioteca (esa que en realidad no existe, ya saben), me cuesta mucho resistirme a la seducción de estos diseños. Y, cuanto más me fijo, más me gustan. Cranford, con sus delicados guisantes, me remite a la plácida -aunque nada aburrida- vida de ese grupo de solteronas.
Pero, ¿qué me dicen de las agujas de hacer punto en A Tale of Two Cities? ¡Qué bonita idea la de evocar a través de un objeto tan inocuo y cotidiano los gritos de las comadres que tejían medias al pie de la guillotina! Y tantos más... Viéndolos, resulta diíficl sustraerse a la codicia bibliómana. Esta serie de clásicos en lengua inglesa, iniciada en 1963, lució en sus primeros años el distintivo diseño de franjas de color naranja (el verde era para las novelas policiacas y el azul para las obras traducidas de otras lenguas), obra del gran tipógrafo germano-suizo Jan Tchischold. Este nuevo diseño se debe a la joven, pero ya multipremiada, Coralie Bickford-Smith. Además de los libros de bolsillo, esta diseñadora ha producido una versión de algunos de estos (y otros) clásicos encuadernada en tela, con un concepto gráfico muy similar y una realización que remite deliciosamente a las ediciones de principios de siglo. Todas son preciosas, pero debo confesar que mi corazón late por la vistosa encuadernación de Madame Bovary. Estoy segura de que Emma Bovary también hubiera perdido la cabeza por ella.
Por si fueran pocas tantas tentaciones, Penguin no se ha limitado a darles un aire nuevo a sus clásicos de ficción, sino que, pensando sin duda en que no sólo de literatura vive el hombre, ha encargado a esta misma diseñadora que le diera un aire nuevo a una serie de clásicos de la gastronomía. El resultado ha sido de lo más sabroso.
(Para quien quiera saber más acerca de la historia del diseño de las cubiertas de Penguin, es muy recomendable el libro Penguin by design: a cover story 1935-2005, de Phil Baines, ampliamente ilustrado.)