John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

martes, 15 de mayo de 2012

FAN FICTION, AYER Y HOY


"Nihil novum sub sole", decían los antiguos, parafraseando a su vez al sabio Salomón quien, al parecer fue el primero en pronunciarlo, imagino que en hebreo (me asalta la terrible duda de en qué lengua hablaría Salomón). Vaya, que todo (o casi) está inventado. Desde hace unos años se oye hablar insistentemente de ese "nuevo" fenómeno, la fan fiction, que consiste en utilizar los personajes o el mundo novelesco ideado por un autor -por regla general uno que se ha hecho famoso- para basar en él una obra propia, que altera o desarrolla de modos diversos la original. La fan fiction presupone de sus lectores un conocimiento previo del universo ficcional que toma prestado, como un guiño hacia los admiradores de la obra en que se basa, y normalmente  -al menos en su acepción más reciente- no aspira tanto a la publicación como a ser leída por un grupo afín de fans capaces de apreciarla. Hasta aquí la explicación más o menos académica del asunto. Pero nuevo, lo que se dice nuevo, no lo es. Sólo con repasar un poco la literatura universal, nos topamos con un número bastante considerable de obras que podrían englobarse en la categoría de fan fiction, aunque desde luego en su época el concepto fuese desconocido. Sin ir más lejos, las sagas homéricas tuvieron ya en su momento adaptadores e imitadores. Por ejemplo, Quinto de Esmirna escribió en el siglo IV las Posthoméricas, donde narra un periodo situado entre la muerte de Héctor y la caída de Troya. Más o menos hacia ese siglo aparecieron también unos Diarios o relatos sobre la guerra de Troya que pretendían ser obra de un contemporáneo griego de los héroes homéricos, un tal Dictis Cretense, a su vez traducidos al latín por Septimio Lucio, quien contaba que texto original fue encontrado en la tumba de Dictis en caracteres fenicios y el emperador Nerón  mandó traducirlo al griego (obviamente, todos estos precedentes son una invención literaria). A su vez, numerosos autores medievales utilizaron este material para recrear el universo troyano.
Sin necesidad de remontarse tan lejos, el propio Quijote fue víctima de la fan fiction, pues antes de que pudiera dar a la imprenta la continuación de su novela ya circulaba una segunda parte apócrifa, firmada por un tal Alonso Fernández de Avellaneda, aunque ese nombre era un seudónimo. Salvando las distancias y el hecho de que seguramente le guiaba un móvil económico, el comportamiento de Avellaneda se parece mucho al fenómeno de los fans de la saga de George R. R. Martin que, cansados de esperar el siguiente volumen de Canción de hielo y fuego, se inventan una continuación.
Hay que reconocer, no obstante, que los nuevos medios de comunicación han hecho proliferar la fan fiction y, mientras que hace unas décadas era propio sólo de algunos aficionados a la ciencia-ficción (innumerables son las reelaboraciones de la saga Star Trek), hoy por hoy la fan fiction se nutre de todo tipo de autores. Jane Austen, la pobre, se ha convertido en uno de los blancos predilectos, y hemos visto desde unas exitosas novelas donde las heroínas austenianas caían presas de zombis hasta la más seria (y literariamente sin duda mucho mejor) Death Comes to Pemberley de P.D. James. Que me perdone Dame Phyllis, pero ¿qué es, sino fan fiction, una novela que introduce un asesinato en el mundo de Orgullo y prejuicio?



7 comentarios:

  1. He sido (y en ocasiones sigo siendo) lectora de fanfiction y siempre me ha parecido interesante como la mayoría de los escritores "serios" la denigran con tantas ganas pues, como tu bien dices, de nuevo tiene poco. La mayoría de los copistas consideraban su deber seguir elaborando los textos, añadiendo y recreando; el texto para ellos era algo vivo...
    Gran entrada!

    Death comes to Pemberley? En serio? XD que ganas me das a mi también.

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    1. Nit, eso me interesaba señalar, que para los admiradores de un autor, su texto es algo vivo, que hacen suyo. Obviamente, está la necesidad de respetar los derechos de autor, pero salvando este obstáculo me parece sanísimo que exista la fanfiction.
      Por cierto, vi ayer que ya ha salido la versión española de "Death comes to Pemberley".

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  2. Los Brontë fueron los escritores que fueron porque practicaron el arte de la fan fiction con sus ídolos :)

    Dicho lo cual a mí, con alguna que otra excepción, no me va demasiado.

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    1. Desde luego, no todos los practicantes de fanfiction son los Brontë... :) La mayoría de esas recreaciones dejan bastante que desear, pero a mí me parecen un síntoma de la vitalidad de la literatura, de la atracción de los mundos de ficción.

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  3. Yo soy lectora habitual de fanfiction (libros, manga, series, etc.) y como en la narrativa, hay de todo: algunos autores, poquitos, escriben de maravilla, con un dominio que algunos autores ya quisieran para sí. En cambio, otros ni se molestan en puntuar los textos y lo que escriben hace daño a los ojos.

    Ahora que habéis sacado a las Brontë, Jean Rhys escribió también su fanfiction de Jane Eyre ¿no? Y muy buena, además.

    P.D. Elena, hoy he encontrado un libro que me ha hecho pensar en ti. Se titula Unpacking my library (con su homenaje a Benjamin) y parece una versión anglosajona del libro de Marchamalo. Lo único malo es que, exceptuando a Philip Pullman, Jonathan Lethem y Junot Díaz, los autores son muy desconocidos aquí.

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    1. Bien traída la mención a Jean Rhys, littleEmily. Y muchas gracias por la recomendación del libro sobre bibliotecas. Aunque no sean escritores muy conocidos, el tema siempre me interesa, ya sabes. :)

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  4. Yo también quiero leer el último P.D.!! Hará unos 15 años proliferaron los libros que desarrollaban los años perdidos de Heatcliff...y casi me hicieron perder el gusto por la lectura. Por suerte, Jasper Fforde me devolvió la alegría de leer fan fiction.

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